Cómo consiguió sus espinas el Queshque

Cuenta la leyenda, que en la falda de un cerro lleno de piedras, en el que no se veía ni una pizca de hierba, había crecido un arbusto de Queshque (Quisco o Cactus), que no tenia espinas como las que tiene ahora.

Aunque no había ni una gota de agua en ese lugar, y apenas caía la lluvia de vez en cuando, la planta se hallaba siempre verdecita y el interior de sus gruesas hojas estaba constantemente lleno de un liquido blanco y de una pasta muy suave. Todos los días, pasaban junto al cerro rebaños de Llamas, Vicuñas y Alpacas, y cuando tenían sed, se acercaban al Queshque y mordían sus hojas para refrescarse en su jugo. El pobre Queshque muy adolorido se decía:

"Cielos... Si tan solo pudiera defenderme de los dientes de estos animales..."

Un día, en una tarde tranquila, de pronto oyó un ruido que venia de la cumbre del cerro. Miró hacia arriba y vio que desde lo más alto bajaban corriendo una Zorra y una gran Piedra. La Piedra llevaba la delantera y la Zorra, estaba tras ella corriendo lo más que podía.

"¡No me ganarás!" - Decía la Zorra.

"Ya quisieras señora Zorra, se ve que ya no puedes más. Estas con la lengua fuera." - Dijo la Piedra que daba vueltas y vueltas bajando cada vez con más rapidez dejando muy atrás a la Zorra, hasta que de repente, la Zorra le habló al Queshque:

"¡Tío Queshque, Tío Queshque!"

El Queshque se dio cuenta que lo llamaba la Zorra y respondió:

"¿Que deseas señora Zorra?"

"Tío Queshque..." - Dijo la Zorra - "¿Podría hacerme un favor?"

"Claro, ¿que puedo hacer por ti?" - Respondió el Queshque.

"Por favor detenga a la piedra y yo como pago le daré mis uñas." - Le dijo la Zorra.

"¿Uñas?" - Se dijo la Planta - "Pero si eso es lo que necesito. Unas uñas para defenderme de las llamas, vicuñas y alpacas que me muerden todo el día sin compasión es la mejor opción. Acepto señora Zorra."

La Piedra se aproximaba cada vez más y más dando saltos, y el Queshque esperaba que se acerque lo suficiente. Cuando la tuvo a corta distancia, estiró cuanto pudo sus largas hojas y la detuvo sujetándola fuertemente. Por otro lado, la Zorra había ido avanzando sin parar. Paso a la Piedra  prisionera y llegó al pie del cerro tal cual, era la meta de la carrera. Una vez ahí, levantó su cabeza y gritó fuertemente:

"Piedra, piedrucha... Como ves, ¡te gané!"

La Piedra hacia esfuerzos por soltarse, pero la planta la sujetaba fuertemente.

Cómo consiguió sus espinas el Queshque
Cómo consiguió sus espinas el Queshque

"Todavía no la deje libre tío Queshque." - Dijo la Zorra - "Espere a que me ponga a salvo, porque si me alcanza, en venganza de seguro me machucará y dejará muerta."

Y diciendo aquellas palabras, se fue corriendo de nuevo la Zorra por unos matorrales y se escondió en una cueva. Cuando el Queshque vio que la Zorra estaba a salvo, soltó a la Piedra que gritando palabras soez, se fue a perder detrás de unos cerros.

El Queshque, sintió algo raro en ella, se miró y vio que en los bordes de sus hojas, le habían crecido cientos de espinas parecidas a las uñas de la Zorra. Desde aquel día, La Zorra y el Queshque, sin grandes amigos.